Brasileños – 9
Argentinos – 7
Brasileños: Manute (30m), Michel, Javi, Abraham, Josué y Rubén
Argentinos: Óscar, Eloy, Laury, Luisman, Candy y Manute (30m)
Las bajas por enfermedad de César y Ramón, además de las ya conocidas de Fermín y Chechu y las sorpresivas de Carlos o Darwin, provocaron que tuviésemos que jugar otra vez cinco contra seis. Claro que podría haber sido peor y haber tenido que jugar cinco contra cinco o un gol portero. Por eso cabe destacar la actitud de Eloy y Rubén, ambos fueron a jugar a pesar de que ya habían tenido por la mañana pronto un partido del campeonato de fútbol playa. Especialmente destacable es la presencia de Rubén, que ha sido padre de un hermoso niño (se parece a la madre obviamente) y a pesar de los compromisos sociales que un nacimiento acarrea, allí estaba y allí está siempre. Con sus amigos a jugar al fútbol (llegó tarde pero el retraso no es en ningún caso culpa del niño ni de la madre).
Con estos mimbres se tuvo que empezar el partido. Siendo los brasileños uno más, Manute, su portero, anunció que jugaría medio tiempo con cada equipo para igualar las fuerzas. Lo que tratándose de cualquier otro habría significado que el equipo que contaba con uno más dispondría de ventaja, pero en su caso se trató de nivelar los equipos a la baja. Es decir, ponerse en las dos porterías para que sus tragadas perjudicasen por igual a los dos conjuntos.
Fue anunciarlo y empezar a llegar los goles en ambas porterías. En la de los argentinos porque no había portero y en la de los brasileños porque lo había pero no se movía. Él dice que los balones están desinflados y hacen extraños, pero la culpa parece que la tienen sus movimientos descoordinados y sus reflejos atrofiados.
El juego era deslavazado, un correcalles sin sentido en que se lograba gol en cuanto se acertaba a mandar el balón entre los tres palos cosa que, a pesar de la facilidades que daban los guardametas, no siempre sucedía. El empate a 3 goles a mitad del partido da una idea de que nadie lograba hacerse con las riendas del partido. Demasiado campo para pocos futbolistas.
Sin embargo el paso de los minutos fue haciendo que la lógica se impusiera y los brasileños se fueron destacando poco a poco en el marcador. Con tres goles de ventaja en la cuenta de los amarillos llegó el turno de las rotaciones. Manute cambió de portería y la vida siguió igual. Los dos porteros siguieron tragando y los goles siguieron llegando en uno y otro extremo del campo.
Lo cierto es que con esa locura de partido el resultado siempre fue incierto. Los argentinos llegaron a situarse a un solo tanto en cuanto Manute paró dos balones y Abraham, en la portería contraria, se metió un autogol en colaboración con sus defensas.
Fue el momento clave del partido, cuando los argentinos estuvieron mas cerca de la remontada, pero dos goles de Michel y Josué volvieron a poner las cosas en su sitio para llegar a los minutos finales sin más sobresaltos que la lesión de Rubén. Un golpe que en un principio pareció más de lo que finalmente fue.
Se llegó al final del partido sin ninguna discusión. Puede que sea la primera vez que todos fuimos conscientes de la traca que habíamos quemado y nadie tuvo el arrojo de culpar al vecino. La ducha fue un remanso de paz y armonía, con chistes y buenos deseos para todos en lo que quedaba del día. En definitiva, un mundo ideal.
EL CRACK: Michel. Fue autor de dos goles maravillosos. El primero con un disparo ajustado desde fuera del área tras un recorte en un palmo de terreno y el segundo a la media vuelta de volea, después de proteger el bote del balón con su cuerpo sin que el defensa pudiera evitarlo (claro que la jugada fue entre Michel y Luisman, dos hombres corpulentos y fuertes, dos verdaderos pesos pesados)
EL DANDY: Josué. Demostró que ahora mismo es el futbolista más en forma de los dos equipos. No siempre elige la opción correcta en el pase o en el remate, pero a cambio cada vez se muestra más resolutivo y más desequilibrante. En el partido que nos ocupa, sin ir más lejos, certificó la victoria de su equipo con dos goles postreros que evitaron a los brasileños sustos de última hora.
¡VAYA DÍA! Abraham. El título iba a ser claramente para Manute, pero al fallar en las dos porterías por igual demostró que “lo que es igual para todos no es ventaja para nadie”. Abraham en cambio fue crítico con la actuación de su portero (con toda la razón y además no fue el único), pero cuando le tocó a él colocarse bajo los tres palos dio un recital muy similar al que había dado minutos antes su compañero defenestrado.
EL DURO: Candy. Aparte de fallar a bocajarro lo que hubiera sido el gol del empate para su equipo, a pocos minutos del final propinó un rodillazó a Rubén (que chilló cómo una nena) que provocó la lesión de este y la retirada del partido del bravo nuevo papá.
4 comentarios:
yo no llore,ni chille como una nena,y no soy tan feo...
Yo no he dicho que llorases ni que seas feo pero.... ¿A que tu hijo es mucho más guapo que tu? Más que nada porque hay que ir mejorando la raza.
Te he llamado para presentarte mis respetos pero no contestas al móvil. Lo más seguro es que estés enchufado al oxigeno y no puedas levantarte a coger el teléfono. No pasa nada, ya lo diste todo esta mañana, no te vamos a pedir que también por la tarde estés a todo.
Mientras la cosa no llegue a que tu mujer se tenga que levantar con los puntos para que tu te tumbes todo irá bien.
De nuevo disculpas por la fea entrada a Rubén, me dejan mas tranquilas las noticias sobre tu recuperación y enhorabuena por tu paternidad. Con mi edad es lógico llegar tarde al balón pero con unas semanas mas de juego espero estar en buena forma.
El gol que falle no creo que fuera el del empate, ya perdiamos de tres goles en ese momento creo que es un error del comunicador.
Fdo.: Candy
Creo que el comentarista está siendo demasiado benévolo con Abraham, quemó una traca de escándalo, tanto de portero como de jugador, y encima cuando llegó al vestuario se puso a criticar a todo el mundo su juego. ¡increible!, solo le faltó decir que había sido el mejor.
Por lo tanto apoyo firmemente el ¡vaya día! para el.
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