No hay otra manera de definir lo que ocurre en La Alberica cuando vas a reservar el campo para jugar el fin de semana que la expresión americana "showtime". Solo se puede comparar a aquella frase que decía Forrest Gamp: "La vida es como una caja de bombones, nunca sabes cual te va a tocar".
Ir cada semana a La Albericia a alquilar el campo es igual, nunca sabes lo que va a pasar. Hoy fui, no tan pronto como la semana pasada, a pedir hora para jugar el sábado. Viendo que iba más tarde que las dos ultimas semanas tuve la prudencia de no hacer la transferencia antes de presentarme allí. En parte por no alucinar a Salmón y en parte por no jugármela dos semanas consecutivas. Ese fue mi acierto y mi gran visión comercial.
Llegé a las oficinas del Complejo Municipal de La Albericia y me encontré a Salmón dispuesto a ausentarse de su mesa de trabajo. Al verme, dijo con rápidez que tenía que ir a una reunión importante y que tendría que esperarle unos diez minutos más o menos (lo que traducido del español-funcionario funcionario-español significa una hora como mínimo).
Yo que no me doy por vencido así como así le dije que por mi valía. Que le esperaba, pero para adelantar tiempo iba a Caja Cantabria y le hacía la transferecia para que cuando volviese solo tuvieramos que concretar el horario y hacer el recibo.
No le debió parecer del todo bien mi planteamiento. No tanto por el tema de hacer la transferencia antes de la reserva, como por el hecho de que yo estuviese dispuesto a esperarle allí los diez minutos que según él iba a durar su reunión.
Fue entonces cuando se produjo el espectáculo, el llamado "Showtime". Anteponiendo su tranquilidad personal a mi deseo de esperarle, Salmón decidió en el último segundo delegar sus funciones y desviarme al taquillero del Complejo. Con un escueto: "Haz una reserva del campo de fútbol" Salmón se despidió de mi y de su compañero destinado a la taquilla del Complejo Municipal de Deportes, con la misión de que entre los dos escontrásemos un campo libre para juagr el fin de semana y le dejásemos a él la tarea de informatizar los datos y dar el visto bueno al nuestras gestiones.
A partir de ese momento fue cuando yo empecé a no entender nada. Primero porque el taquillero tiene le mismo programa informático que los de la oficina y pudo ver qué campos estaban libres y cuales ocupados. Segundo porque mientras estaba en la taquilla sentí como me tocaban (nada de carácter sexual) por la espalda y al girarme vie al cartero ofical de correos que desde la moto (sin bajarse) me entregaba, ¡a mi! la correspondencia del Complejo para que se la entregase al taquillero.
Pero es que ese detalle no fue el más alucinante, lo realmente sorprendente es que mientras yo me partía la caja por la actitud del cartero, fue el taquillero de La Albericia el que se sintió ofendido por ese proceder. Su palabras exactas fueron: "Tendrá prisa porque cuanto antes termine el reparto antes se podra ir a tomar un vino, ¡vaya cara!".
Curiosa interpretación de la realidad por parte de un señor que no tiene entre sus principales virtudes la de partirse la espalda para llevar el pan a su casa. Se podría decir que es un típico caso de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio.
Pero volviendo al caso que nos ocupa y que no es el del cartero si no el del sistema de reservas de La Alberica. Os diré que después de consultar el mismo programa informático que en las oficinas, el de la taquilla me confirmo lo que Salmón ya me había adelantado con su prodigiosa memoria. Teníamos libre el campo C el sábado a partir de las 7 de la tarde.
Ya me temía que el único horario iba a ser ese así que le di mi confirmación para efectuar la reserva. En cuanto me sacó el impreso de solicitud pra cumplimentarlo (igual que todas las semanas) le dije que esperase unos minutos, que iba con el coche a Caja Cantabria y le hacía la transferencia.
Ahí fue cuando ya me rendí y empecé a no entender nada. Al oír que iba a hacer la transferencia el taquillero me dijo que no. Que si le hacía la reserva a él se lo podía pagar con dinero. Decir esas palabras y desarmarme fue todo uno. Por una vez que peco de improvisación resulta que me aceptan el dinero al contado y no lo llevo encima, pensando que la única vía "legal" es la tnasferncia bancaria.
Total que a pesar de las facilidades del taquillero tuve que ir hasta Caja Cantabria, no a hacer la transferencia si no a sacar la pasta del cajero. Una vez tuve el dinero y volví a las taquillas el proceso de finalizar la reserva fue pan comido. Solo tuve que dar TODOS mis datos, en vez de solo el nombre y el teléfono que se da en las oficinas, y la reserva quedó oficialmente confirmada.
Y digo yo entonces, que tengo varias preguntas:
En definitva que ya no sé si es que son retromongoles en La Alberica o si lo hacen por tocarnos los cojones. El caso es que cada semana te encuentras con una movida diferente y a ninguno de los que están allí se le ve con cara de más espabilado que la semana anterior.
Para que luego no vayáis a jugar, ¡cagonlaleche!. El sábado a las 7 de la tarde en el campo C. Allí os espero y os recuerdo que no está prohibido tomarse una cerveza después de los partidos.
Ir cada semana a La Albericia a alquilar el campo es igual, nunca sabes lo que va a pasar. Hoy fui, no tan pronto como la semana pasada, a pedir hora para jugar el sábado. Viendo que iba más tarde que las dos ultimas semanas tuve la prudencia de no hacer la transferencia antes de presentarme allí. En parte por no alucinar a Salmón y en parte por no jugármela dos semanas consecutivas. Ese fue mi acierto y mi gran visión comercial.
Llegé a las oficinas del Complejo Municipal de La Albericia y me encontré a Salmón dispuesto a ausentarse de su mesa de trabajo. Al verme, dijo con rápidez que tenía que ir a una reunión importante y que tendría que esperarle unos diez minutos más o menos (lo que traducido del español-funcionario funcionario-español significa una hora como mínimo).
Yo que no me doy por vencido así como así le dije que por mi valía. Que le esperaba, pero para adelantar tiempo iba a Caja Cantabria y le hacía la transferecia para que cuando volviese solo tuvieramos que concretar el horario y hacer el recibo.
No le debió parecer del todo bien mi planteamiento. No tanto por el tema de hacer la transferencia antes de la reserva, como por el hecho de que yo estuviese dispuesto a esperarle allí los diez minutos que según él iba a durar su reunión.
Fue entonces cuando se produjo el espectáculo, el llamado "Showtime". Anteponiendo su tranquilidad personal a mi deseo de esperarle, Salmón decidió en el último segundo delegar sus funciones y desviarme al taquillero del Complejo. Con un escueto: "Haz una reserva del campo de fútbol" Salmón se despidió de mi y de su compañero destinado a la taquilla del Complejo Municipal de Deportes, con la misión de que entre los dos escontrásemos un campo libre para juagr el fin de semana y le dejásemos a él la tarea de informatizar los datos y dar el visto bueno al nuestras gestiones.
A partir de ese momento fue cuando yo empecé a no entender nada. Primero porque el taquillero tiene le mismo programa informático que los de la oficina y pudo ver qué campos estaban libres y cuales ocupados. Segundo porque mientras estaba en la taquilla sentí como me tocaban (nada de carácter sexual) por la espalda y al girarme vie al cartero ofical de correos que desde la moto (sin bajarse) me entregaba, ¡a mi! la correspondencia del Complejo para que se la entregase al taquillero.
Pero es que ese detalle no fue el más alucinante, lo realmente sorprendente es que mientras yo me partía la caja por la actitud del cartero, fue el taquillero de La Albericia el que se sintió ofendido por ese proceder. Su palabras exactas fueron: "Tendrá prisa porque cuanto antes termine el reparto antes se podra ir a tomar un vino, ¡vaya cara!".
Curiosa interpretación de la realidad por parte de un señor que no tiene entre sus principales virtudes la de partirse la espalda para llevar el pan a su casa. Se podría decir que es un típico caso de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio.
Pero volviendo al caso que nos ocupa y que no es el del cartero si no el del sistema de reservas de La Alberica. Os diré que después de consultar el mismo programa informático que en las oficinas, el de la taquilla me confirmo lo que Salmón ya me había adelantado con su prodigiosa memoria. Teníamos libre el campo C el sábado a partir de las 7 de la tarde.
Ya me temía que el único horario iba a ser ese así que le di mi confirmación para efectuar la reserva. En cuanto me sacó el impreso de solicitud pra cumplimentarlo (igual que todas las semanas) le dije que esperase unos minutos, que iba con el coche a Caja Cantabria y le hacía la transferencia.
Ahí fue cuando ya me rendí y empecé a no entender nada. Al oír que iba a hacer la transferencia el taquillero me dijo que no. Que si le hacía la reserva a él se lo podía pagar con dinero. Decir esas palabras y desarmarme fue todo uno. Por una vez que peco de improvisación resulta que me aceptan el dinero al contado y no lo llevo encima, pensando que la única vía "legal" es la tnasferncia bancaria.
Total que a pesar de las facilidades del taquillero tuve que ir hasta Caja Cantabria, no a hacer la transferencia si no a sacar la pasta del cajero. Una vez tuve el dinero y volví a las taquillas el proceso de finalizar la reserva fue pan comido. Solo tuve que dar TODOS mis datos, en vez de solo el nombre y el teléfono que se da en las oficinas, y la reserva quedó oficialmente confirmada.
Y digo yo entonces, que tengo varias preguntas:
Si se puede pagar en la taquilla con dinero, porque cojones me hace el tonto de los huevos de la oficina ir hasta Caja Cantabria cada puta semana para hacerle una transferencia.
Entiendo que a lo mejor los datos de las reservas solo los pueda meter Salmón en el programa y el de la taquilla se limite a poder consultar las horas libres. Vale, pero no sería más fácil hacer la reserva en las oficinas y el pago en la taquilla. ¡Ostias que la Caja está a tomar por culo! no por demasiado lejos si no porque hay unas colas de puta madre.
En definitva que ya no sé si es que son retromongoles en La Alberica o si lo hacen por tocarnos los cojones. El caso es que cada semana te encuentras con una movida diferente y a ninguno de los que están allí se le ve con cara de más espabilado que la semana anterior.
Para que luego no vayáis a jugar, ¡cagonlaleche!. El sábado a las 7 de la tarde en el campo C. Allí os espero y os recuerdo que no está prohibido tomarse una cerveza después de los partidos.
1 comentario:
Entiendo perfectamente que no os expliquéis lo de la crítica del de la puerta al de correos,
Fdo. Un funcionario.
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