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domingo, 4 de mayo de 2008

LOS ERRORES SE PAGAN

Equipo rojo – 5

Equipo Amarillo – 3

Si una imagen vale más que mil palabras, el instante que se vivió nada más pitar el árbitro el final del partido resume a la perfección lo que fue la totalidad del encuentro.

Con el definitivo 5-3 en el marcador y con los jugadores camino de los vestuarios. Los Amarillos se retiraban felicitándose entre si por el juego realizado, mientras que los rojos se enzarzaban en múltiples discusiones y reproches. Podría parecer que la victoria había caído del lado visitante, pero nada más lejos de la realidad. Los rojos prolongaron una semana más su racha de victorias y visto las dificultades amarillas para ver puerta, no se adivina cuando se puede romper la racha de triunfos del equipo rojo.

Por una vez y probablemente sin que sirva de precedente, el equipo amarillo salió concentrado a jugar el partido. Se habían conjurado para adelantarse en el marcador y provocar así que el equipo rojo se desordenase para sentenciar el resultado cuanto antes. Pero sus planes no dieron el resultado esperado. No contaron con Ramón y su estado de gracia de cara al gol, ni con la nefasta actuación de su portero. Que en el primer gol pudo hacer algo más y que se encargó minutos después de regalar a Adrián el segundo.

Con dos goles de ventaja las aguas volvieron a su cauce (o al menos al cauce de las ultimas jornadas) y los rojos se adueñaron por unos momentos del balón y manejaron los tiempos del partido como más les convenía.

Pero los amarillos no se rindieron y continuaron jugando cómo si nada hubiera pasado. Algo contribuyó el relevo de su portero. No porque hubiese más calidad en el campo, si no porque desde ese momento los defensas dejaron de mirar a sus espalda con miedo.

Fue entonces cuando el equipo amarillo comenzó a fallar una ocasión de gol tras otra. Calde tuvo el empate en sus botas después de regatear a César, pero inexplicablemente el balón no acabó en el fondo de la portería roja. Un nuevo gol de los rojos castigó la falta de acierto de los visitantes que sin embargo siguieron jugando a su ritmo, convencidos de que estaban siendo mejores y que a la larga jugar así es el camino correcto.

El último tramo del encuentro fue un acoso continuo a la portería del equipo rojo. Unas veces abriendo el balón a las bandas y otras con balones largos, pero en todo momento el peligro rondaba la meta de César. Pero cómo todo en la vida, la cuestión es meterla. No vale da nada hacerlo bonito si no se culmina y los amarillos dieron una verdadera exhibición de fallar goles. Unas veces por rematar a las nubes, otras por fallar en el último pase (el que parece más fácil) y el resto por las buenas intervenciones de César bajo palos o de Laury en el eje de la zaga roja.

Y para colmo de la desgracia amarilla, cada vez que acertaron con la portería roja, en la siguiente jugada de nuevo la delantera local encontraba la forma de marcar gol y volver a poner tierra de por medio en el marcador. Esa facilidad que tiene los rojos para marcar goles en los momentos claves hace todavía más difícil de comprender las broncas que tiene entre ellos cuando se ven dominados en el juego por el equipo contrario. Parece como si no se sintiesen cómodos jugado a la contra, cuando es el sistema que más mañanas de gloria les ha dado.

Si solo nos fijamos en los resultados, el plan de los amarillos fracasó estrepitosamente. Pero si atendemos al fútbol desplegado, la verdad es que el equipo amarillo jugó bastante mejor que el equipo rojo. Pobre consuelo cuando los puntos se quedan en el casillero del rival, aunque puede valer si crees que vas por el camino correcto.

EL CRACK: Javi Zigic Rodríguez. Aguantó estoicamente las burlas de su hermano cuando se colocó de delantero centro. Sabía que solo era cuestión de tiempo demostrar sus habilidades y esperó a recibir el primer balón de espaldas al marco rival para controlar, proteger el balón con el cuerpo y girarse para marcar el primer gol de su equipo. Luego, para completar su buena actuación, se situó bajo los palos amarillos y todavía tuvo dos muy buenas intervenciones que evitaron sendos goles del equipo rojo.

EL DANDY: Miguel. Se retiró a las duchas antes del pitido final por los gritos que estaba recibiendo de sus compañeros. Una decisión desafortunada que sin embargo supo rectificar sabiamente aceptando las disculpas de sus compañeros en el vestuario y olvidando lo sucedido. Además donó unos gallumbos negros para una rifa benéfica con el objetivo de sacar fondos para los niños más necesitados. A estas, el Comité Organizador está decidiendo si lava el gallumbo antes de subastarlo o lo subasta tal y cómo está.

¡VAYA DÍA!: Luisman. Todas sus dudas se resumen en un instante. A la media hora (30 minutos, con sus 60 segundos cada uno) va a sacar un fuera de banda y todavía duda si saca desde la línea blanca o desde la amarilla. Teniendo en cuenta que el partido era a las 11 a.m esto debió tener lugar a las 11:40 a.m. Por lo tanto no cabe el sueño como atenuante de sus dudas y sus preguntas.

EL DURO: Oscar. Se sabía desde que cogió el balón y lo controló en el área amarilla que iba a acabar pidiendo penalti.... y así fue. Se empeñó en pasar por donde no cabía y antes de tocar el suelo ya estaba gritando su “¡¡eeehhh!!” característico. No picaron ni siquiera sus compañeros, que fueron los primeros que pidieron que siguiera el juego.

Rueda de prensa:

Entrenador rojo:

Hemos jugado prácticamente con uno menos y a pesar de todo hemos vuelto a ganar. Es difícil jugar así pero cada día lo hacemos mejor. Me voy a casa que tengo mis obligaciones

Entrenador amarillo:

¡Vaya baño que les hemos dado! Hemos fallado goles de todas las formas posibles. De todas formas perdiendo así no se puede decir nada a nadie.

Luisman:

Esto de las líneas en un lío. El campo se nos ha hecho pequeño para ser 8 contra 8. Hay que hacerlo más grande.

Fermín:

¡Qué suerte tenéis de poneros siempre por delante en el marcador! El día que nos pongamos 1-0 a nuestro favor ya veréis.

Michel:

Está bien recoger los calzoncillos y las camisetas olvidadas, pero yo ya paso de recoger los botes de champú. ¡Qué se compren otros!

1 comentarios:

Anónimo dijo...

pufos que sois todos unos pufos, no se como no os da vergüenza ir a hacer el ridículo todos los fines de semana.

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